martes, 10 de abril de 2007

The Holiday: el amor holliwoodense puede ofrecer un algo más.


Iris trata de disimular las lágrimas cuando el hombre que ama anuncia su compromiso con otra mujer, mientras tanto, al otro lado del océano, Amanda rompe una relación con su novio infiel. Así comienza la nueva película de la escritora y directora Nancy Meyer (Something’s Gotta Give, What Women Want).

Si bien este film entra en el estereotipo del cine romántico hollywoodense, que veo con remordimiento gracias a ese morboso gusto de sacar a la niña de 14 años que tengo en mí, The Holiday (El Descanso) es una pieza que me atrevo a recomendar ampliamente.

Dos mujeres cuyos problemas reales no son los hombres, sino más bien el poco amor que sienten por ellas mismas y su conflicto para enfrentarse a su propio reflejo, se embarcan en un viaje que les cambiará la vida. En un intercambio de casas, Amanda viaja de Los Angeles a Londres e Iris hace el recorrido inverso para vivir, por un par de semanas, una vida aprestada. Lo que ambas ignoran es que en el mundo de la otra se encontrarán a sí mismas.

Amanda (Cameron Diaz) está trastornada por la obligación de ser la mujer autosuficiente, fuerte y hermética del Siglo XXI, cuyo karma es la imposibilidad de llorar. Iris (Kate Winslet) es una persona sumisa a un hombre que la usa cuando quiere, enfrascada en la imagen de la mujer abandonada y triste que nos dejó el Siglo XX. Ella no puede dejar de llorar.

Todo hace pensar que esta película es la típica comedia romántica sobre desamor y amor donde el héroe, un poco villano al principio, se enamora de la chica sufrida. Lo sorprendente de esta historia es que utilizando los clásicos recursos del romance filmado, nos regala una oda al amor, a la esperanza, a la revalorización de la mujer como mujer y no como ente subyugado a la imagen de su tiempo.

Ambas encontraran, en ese viaje de liberación, la capacidad de estar solas, la posibilidad de amar a un hombre que no es el típico don Juan ni el padre fascista que el cine se esmera en retratar y sobre todo, la capacidad de vivir plenamente su estado femenino.

Si bien no prometo una gran catarsis con esta película, prometo un descanso y dos horas de reencuentro, si eres una, y de enamoramiento, si eres uno.

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